Pero como los dioses son tan descuidados se olvidaron de la olla y explotó; los fríjoles se esparcieron por todo el universo formando las estrellas y los planetas.
Por Umberto-Umberto*
Cuando no existía nada de nada; ni siquiera la luz, los dioses en los oscuro recogieron leña, prendieron el fogón y en una olla a presión pusieron a cocinar fríjoles, pero como los dioses son tan descuidados se olvidaron de la olla y explotó; los fríjoles se esparcieron por todo el universo formando las estrellas y los planetas. Nació el sol y con él, la luz, y con la luz nació el primer dios griego "Cronos". Miles de años más tarde los científicos a este accidente lo llamaron el Big Bang y es lo que hoy se enseña como origen de la vida en todos los colegios.
Como se quedaron sin fríjoles, una diosa con hambre se comió una naranja con todo y semillas; al poco tiempo no más, le retoñó un árbol de naranjas en la barriga y le salió por el ombligo. En otra ocasión, rayando yuca se ralló una mano, cuando se comió el casabe que contenía sangre de su propia mano, le creció en la barriga un muchachito.
Este fue el principio de los humanos mezcla de diosa con yuca. Hubo otros humanos que los hicieron de barro y les soplaron aliento de vida en las narices, y otros humanos más, que brotaron de la tierra como brota el pasto. Estos últimos fueron los encargados de pelear con las fieras para que éstas no se multiplicaran y se tragaran a los hombres yuca que eran blancos como la yuca, y se tragaran también a los hombres barro, que eran un poco más gruesos y parecían un mojón de yuca; y como estaban hechos de barro, se la pasaban embarrándola.
¿Qué embarrada hacemos hoy?
Le preguntó un hombre de barro y espíritu inquieto a otro hombre de barro que tenía el corazón artero y este le respondió:
Acabemos con los dinosaurios
¡No! Con los dinosaurios no, porque según los científicos ellos se van a acabar por un terremoto.
¿Y a nosotros qué nos importa lo que digan los científicos? Ellos son más mentirosos que los maestros y los escritores; mejor rodeamos los dinosaurios con fuego, los obligamos que se tiren por los precipicios y tendremos carne en abundancia, el cuero nos servirá de carpa y con los huesos hacemos herramientas.
¡Qué diversión más grande! Los dinosaurios como eran tan grandes no tenían enemigos, los pájaros se paraban en el lomo y cantaban de acuerdo a su habilidad, el perezoso se le encaramaba y viajaba sin tener que dar un paso. Y como los dinosaurios eran inocentes y felices le facilitó la tarea a los hombres de barro.
Qué tragada de carne más grande, que carpa tan grande y que embarrada tan grande fue convertir los huesos de los animales en herramientas, porque empezaron derribando árboles y animales, y cuando no hallaban que derribar, se derribaban entre ellos mismos.
Un dinosaurio más, un dinosaurio menos, eso no se nota –matemos aquella que está embarazada y tendremos carne tierna– y mataban a la dinosuria que llevaba veinticinco años embarazada y solo le faltaba una año para parir.
Y como el nombre científico del banano es musa sapiens, entonces, pongámonos nosotros también un nombre bien científico y bien bonito y se llamaron a sí mismos: Homo Sapiens.
*Umberto-Umberto. Escritor y cronista. Ha publicado varios libros de cuentos, relatos y crónicas y participó en varias antologías de autores en Arauca y Guainía.
**Imagen: El jardín de las delicias - tríptico medieval de Hieronymus Bosch
Comentarios
Publicar un comentario